Resurgir del corso en la costa alicantina

La zona de Alicante, gracias a los fértiles valles que penetraban en la escarpada orografía de los valles de la Gallinera, Laguard, Xarona o Guadalest y la zona de Aitana, fue víctima desde muy pronto de los ataques marítimos de los piratas argelinos. Por esto fue necesaria la protección sistemática de sus costas ya que con la prohibición del corso, éstas habían quedado a la merced de los piratas . La defensa se hizo algo más efectiva gracias a la artillería real y a las fortificaciones militares que se construyeron a lo largo del siglo XVI y que lograron intimidar a algunas naves berberíscas.

Carlos I y, sobre todo, Felipe II fomentaron la edificación de estas fortalezas y torres vigía, sobre todo en la Marina alicantina (imagen Torre del Gerro de Dénia), y se comprometieron a impedir que los ataques de los piratas diezmaran las haciendas de los lugareños.

En 1538, el 29 de julio, los piratas arrasan la villa de Villajoyosa. Lo realiza un sicario de Barbarroja, el pirata Sabah Rais. El 17 de agosto de 1545, 13 galeras turcas atacan Vinaroz. El 22 de mayo de 1583, el capitán Francisco Maldonado había rechazado desde el mar y con ayuda de la guarnición de las fortalezas de Bernia y los habitantes de Villajoyosa a cuatro galeotas argelinas que amenazaban la costa.

En 1584 la villa de Altea, cerca del peñón de Ifach y a pocas millas del islote de Benidorm, fue atacada por los berberiscos. Estos son los ataques más significativos, pero las pequeñas incursiones de uno a tres barcos de moros son continuas todos los meses del año en el litoral sur peninsular.

Ante esto, el 20 de septiembre de 1585 el rey concede de nuevo el derecho de poder hacer el corso. Este hecho fue definitivo para la defensa de la costa levantina de los ataques piratas. De forma tímida y no muy clara, a partir de esta fecha a los navegantes de Villajoyosa se les permite armar en corso para calmar los ánimos de las gentes, que estaban hartas de las pequeñas, pero continuas incursiones de los moros argelinos.

Fuente: “Nuestros Piratas” de Àngel Joaniquet.