La orientación marítima de Denia es tan vieja como su propia historia, remontándose a la Antigüedad y alcanzando en el siglo XI, bajo el dominio de la taifa regida por Muyáhid, uno de sus momentos estelares, dominando buena parte del Mediterráneo occidental, entre Cerdeña y las costas de Sharq al-Andalus. Marinos y piratas dianenses se desparramaron por las aguas del Mediterráneo occidental y central y sus atarazanas fueron famosas entre las de Sharq alAndaIus, testimonio de esta pujante actividad naval.
Tras la conquista cristiana esta dedicación hacia todo lo relacionado con el mar se mantuvo y fue fomentada por Jaime I, que reguló la lezda de Denia. Su proximidad a las islas Baleares y su traspaís, rico en frutos secos y, en particular las pasas, propiciaron que la villa se convirtiera en escala frecuente para las embarcaciones que hacían la ruta entre Italia y Flandes. A fines del siglo XV, en el tráfico de cabotaje valenciano, las naves que llegaban a Valencia desde Denia eran las más numerosas entre las de los puertos del litoral alicantino
Podemos afirmar que Denia era un nido de corsarios a fines de la Edad Media y no sólo para los naturales de Reino, sino que incluso de las cercanas islas Baleares acudían a esta localidad valenciana a armar embarcaciones corsarias.
De las licencias concedidas por el baile general del reino para el armamento en corso en los años 1406-1476 catorce pertenecían a Dénia. Es el máximo porcentaje del Reino de Valencia.
A ello habría que añadir los que armaron sus embarcaciones ilegalmente o con autorización del baile local, sobre todo cuando lo fue Andreu Sart.
Noticias sobre corsarios de Denia las tenemos ya en el siglo XIV, remontándose esta actividad a la época inmediata a la conquista cristiana. Así, en 1389, Jaume Feliu y otros valencianos armaron en Denia una nave castellana, con la que se dedicaron a atacar embarcaciones de mercaderes.
A principios de siglo, 1403, un destacado corsario de Denia fue Guillem Morato, quien asociado con En Bellmunt, de Mallorca, se apoderó de una barca de sevillanos. En octubre de ese año, en compañía de Nicolau Jiménez, capturaron las naves castellanas de Juan de Amallo y de Domingo de Huga. En noviembre, aliado con Diego Sánchez de Portocarrero, castellano, penetraron en el puerto de Cartagena y atacaron a una carraca veneciana allí surta, que consiguió huir.
Esta actividad corsaria en Denia en la segunda década del siglo XV, 1410- 1420, testimonia la existencia de corsarios en esta localidad valenciana que combina la defensa de la costa frente al enemigo con la búsqueda de unos beneficios económicos a través de las ganancias que proporcionaba el botín, las mercaderías y los esclavos capturados.
En nueve años se aparejaron legalmente trece embarcaciones para ir en corso, de ellas dos en 1410, otras dos en 1413, dos más en 1 415, una en 1416, tres en 1417 y otras tres en 1418. En la primera mitad del decenio el patrono más dinámico fue Pau Mir, que en 1410 armó en dos ocasiones buques para ir en corso contra los musulmanes. Otros corsarios fueron Joan Soler y Pere Perpenyá en una ocasión, mientras que Antoni Ruxot se lanzó en dos ocasiones a la búsqueda de botín. Ruxot pertenecía a una saga tradicional de Denia. Su hijo Joan Ruxot siguió la trayectoria profesional del padre.
Entre 1 415 y 1419 el corso dianense estuvo monopolizado por un experimentado marino, Antoni Benajam, que en cinco ocasiones emprendió la aventura corsaria en solitario, y en otras dos en compañía de Alfons Martí, como cómitre, y de Francesc Martí como capitán.
Todo apunta a un descenso de la actividad corsario legal en la segunda mitad de la centuria, y en los años cincuenta, por ejemplo, sólo he localizado el permiso dado a Antoni Mulet, herrero de Denia, que, como patrón de una galeota armada de 13 bancos, con 52 remos, fue autorizado por el baile general del reino a ir en corso y mercadería.
Respecto a las tripulaciones que integraban las embarcaciones armadas en corso en el puerto de Denia su contenido era muy variado, aunque imposible de especificar con detalle. La mayoría serían de origen castellano, seguidos por los procedentes de los Estados de la Corona de Aragón, sin que faltaran los extranjeros, como Joan de Rodes, Nicolau de Rodes, Ferran de Savoya, etc.
Las embarcaciones utilizadas por los Corsarios de Denia en sus empresas eran similares a las de los corsarios de otras localidades del litoral valenciano, con un predominio absoluto de la barca de remos, en once ocasiones, además de un leño y un ballenero. La barca, por sus especiales características: reducido tamaño y escasa tripulación, se adaptaba perfectamente a las necesidades económicas de los armadores.
La zona de actuación de los corsarios dianenses no estaba alejada de sus bases, a lo sumo el Norte de África. En algún caso eran las aguas de Ibiza, pero con más frecuencia era la costa norteafricana, conocida en aquellos tiempos como la de Berbería.
Ignoramos el volumen de las presas conseguidas por los Corsarios de Dénia ni el valor alcanzado, parece que lo que predominaba era el pequeño botín que proporcionaban unas ganancias que permitían realimentar la empresa corsarios, pero los datos recogidos son un buen testimonio de la importancia adquirida por el corso en la capital de la Marina a lo largo del siglo XV.
Información extraída del libro “La piratería y el corso en el litoral alicantino a finales de la Edad Media”.
Autor: José Hinojosa Montalvo